Click para ir al número anterior

ANTERIOR

EL CUENTOMETRO DE MORT CINDER

SIGUIENTE

Click para ir al número siguiente

300 • BRECCIA

 

Lunes, 9 de septiembre de 2002

Al índice

Click para ir al índice

Alberto Breccia (1919-1993)

Firma

Alberto Breccia confesó mas de una vez que había empezado a dibujar por necesidad; para no tener que ser matarife en un mercado. Empezó de abajo, ilustrando pequeñas revistas. Cuidadoso de su intimidad se reconocía tímidamente como un lector instintivo que, por esa época, había comenzado a leer autores que luego plasmaría en su obra.

- He leído mucho, es cierto. Siempre. Pero en ese entonces yo no era culto. Era un pibe de barrio. Me acuerdo, por ejemplo, que cambié, cinco libritos de Sexton Blake por las obras de Poe prologadas por Baudelaire. ¿Por que? Por instinto.

También colaboraba con una modesta revista literaria, Acento, en la que dibujó en sus dos primeras tapas a Lisandro de la Torre y a Machado. Y mientras tanto escribía sobre Jorge Amado y Gold.

En 1946 le llega el primer reconocimiento: le dan para dibujar a Vito Nervio, un investigador criollo creado por Mirco Repetto y en el que trabajara hasta 1959. Pero el gran encuentro que marcaría para siempre a la historieta Argentina (y a la mundial a través de sucesivos imitadores que aprendieron de ellos) fue con Hector Germán Oesterheld en 1950, cuando los dos estaban al filo de los 40 años; a través de un personaje emblemático de sus carreras: Sherlock Time, un investigador de sucesos relacionados con la fantasía y el terror, que cuenta como ladero al siempre perplejo jubilado Luna. Ya en el primer episodio de Sherlock Time, La gota, Breccia encuentra su propio camino y empieza a recorrerlo alejándose de su trabajo anterior y volcándose a una obra que mostraría en trazos, (primero negros y asfixiantes como ese episodio, y luego con diversos experimentos gráficos), que su mirada estaba mas allá de la aventura.

Posteriormente volverá a trabajar con Oesterheld en títulos que siguen reeditándose en todo el mundo, a décadas de su creación: desde Mort Cinder, pasando por la adaptación de La vida del Che (junto con Enrique Breccia), episodios sueltos como Gas, Doctor Morge y la versión abreviada de El Eternauta para el semanario Gente, que la revista no soportó hasta el final y censuró.

A principios de los 70, con su prestigio consolidándose en Europa pero con escaso trabajo en Argentina debido a la poca receptividad de sus nuevos métodos, emprende nuevas obras con un guionista que daría que hablar: Carlos Trillo. Su primer trabajo con Trillo es Un tal Daneri, donde cuentan historias urbanas de tristeza, frustración y crimen, en un ambiente opresivo, magistralmente plasmado. También realizarán adaptaciones de cuentos para niños con tenebrosas nuevas conclusiones, donde puede verse el humor negro de Trillo en su esplendor.

Pero no solo eso: Breccia volverá a los maestros del terror, ilustrando obras como: Donde suben y bajan las mareas de Lord Dunsany, La gallina degollada de Horacio Quiroga, El corazón delator de Edgar A. Poe, o la magistral versión de Los Mitos de Chtulhu de Howard P. Lovecraft, que realiza en 1973 con Norberto Buscaglia y que muestra su versatilidad, al pasar del collage al graffiti puro, intentando transmitir el clima de las narraciones a los lectores, tal como él lo siente, y evitando los lugares comunes de la adaptación literaria.

Ese año, justamente, le mostrará que había elegido el mejor camino posible mas de veinte años antes, (cuando Luna entra a la casona que acaba de comprar para ver porque desaparecen sus habitantes y descubre que gotea sangre del techo en La gota): gana el mayor premio del género, el Yellow Kid.

En los ochenta, ya con su prestigio consolidado, maestro de una nueva generación de dibujantes y considerado uno de los mejores creadores del país, producirá obras mayoritariamente para el exterior:

- Ya no me interesa exponer en la Argentina, porque nunca me dieron bola y me cansé. Ya no me importa. Antes me daba mucha bronca, pero desde hace un tiempo no me interesa en lo mas mínimo. Publico en Europa, donde me respetan. Y eso que no tengo un estilo fácil.

Los títulos mas famosos de esta nueva etapa que incluye los 80 y parte escasa de los 90 son Perramus y El informe sobre ciegos basado en la novela de Ernesto Sábato: Sobre héroes y tumbas.

Perramus es la saga escrita por Juan Sasturián de un hombre que luego de traicionar a sus compañeros y condenarlos a la muerte pide el olvido y le es concedido. Esta obra se ve cruzada por múltiples referencias literarias: el lugar donde le conceden el olvido al personaje se llama El Aleph (nombre de un libro de cuentos de Borges); la ciudad donde transcurren los primeros episodios es Santa María (nombre de una ciudad ficticia inventada por el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti en su novela La vida breve (1950); uno de los personajes principales de la historia es Jorge Luis Borges, que no es ciego y gana el premio Nobel (tan ansiado) por su obra Fricciones. Borges no ganó nunca el Nobel, pero sí lo que se considera el mayor premio a la literatura de habla española: el Cervantes, y uno de sus libros de cuentos se llama Ficciones.

Gabriel García Marquez, el gran autor colombiano de, entre otros libros, Crónica de una muerte anunciada, El otoño del patriarca, El general en su laberinto y Cien años de soledad, paga una de las aventuras del grupo para obtener la historia en exclusiva y lleva a Breccia a superarse a sí mismo creando una obra perfecta donde utiliza técnicas mixtas y logra un producto impecable, logrando superar el tono excesivamente intelectual que Sasturain le impone (intentado tal vez, lograr una metahistorieta.)

En 1993 realiza una serie de acrílicos sobre cartón para exponer en París, basados en la obra de Jorge Luis Borges.

En Informe sobre ciegos, publicado póstumamente volverá a descubrir su amor literario, que lo llevó a decir en mas de una ocasión que no le gustaba la historieta. Tal vez, esa búsqueda incesante de la técnica nueva, que ilustrara mejor el concepto que tenía que llevar a la página, lo acercó a una extraña forma de amor, que el boceto, entre cuatro rayitas de las que luego se liberó, para mejor ver cuál era esa magia suya que no sabía ver... y por la cual, todos lo alaban.


Nota original de IVAN DE LA TORRE