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132 • BARBARIE DEL ESPECIALISMO

 

Miércoles, 23 de enero de 2002

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Yo, soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo.
(José Ortega y Gasset)

Para Ortega, el gran título de honor de nuestro tiempo, en los países occidentales, es el acceso de las masas a la vida histórica, al goce de las creaciones de la civilización, a las posibilidades humanas que más de dos milenios de esfuerzo han hecho posibles. Lo grave, lo inquietante, lo patológico no es eso, sino que eso se comprometa y ponga en peligro al no tener en cuenta que en el hombre todo es inseguro y problemático. No se puede vivir humanamente más que exigiéndose, manteniendo una tensión creadora, un estado de permanente alerta, un impulso hacia lo alto.

Cuando esto no ocurre, se cae en la psicología del niño mimado, del señorito satisfecho, que no conoce el valor de aquello de que goza, que no se da cuenta de que ha hecho falta gran talento y esfuerzo para hacerlo posible, que cree tener derecho a todo. Entonces se destruye esa misma civilización, tan penosamente creada, se produce una involución, una regresión, un renacimiento de la barbarie en medio de todos los refinamientos.

Ese fenómeno del hombre-masa, que opina sobre todo y cree que todo le es debido, que no siente gratitud por lo que ha recibido, ni se cuida de conservarlo, ni piensa en las condiciones que lo hacen posible, se da sobre todo en los estratos medios y superiores de la sociedad. Su forma extrema es el especialista que, por tener alta competencia en un campo limitado, actúa como si la tuviera en todo, opina sobre los temas que le son ajenos, extiende su autoridad parcial fuera de sus límites legítimos. Es lo que Ortega y Gasset llama la barbarie del especialismo.


JULIAN MARIAS
Del Prólogo para la edición del año 1982 de "La Rebelión de las Masas"