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1205 • GIGANTE INVISIBLE

 

Jueves, 27 de octubre de 2005

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"Somos la harina en su pan, el trigo en sus tallarines, la sal en sus frituras. Somos el maíz de sus tortillas, el chocolate de su postre, el edulcorante de su gaseosa. Somos el aceite de su aderezo y la carne, cerdo o pollo que usted come para la cena. Somos el algodón de su ropa, la terminación de su alfombra y el fertilizante de su campo", de esta manera Cargill describe a su empresa en un folleto promocional.

El norteamericano Brewster Kneen, en su libro "Gigante Invisible: Cargill", analiza las estrategias del agro-negocio transnacional y del sistema alimentario mundial. Consiguió información visitando establecimientos de Cargill en el mundo y hablando con obreros, capataces, competidores, académicos y funcionarios públicos de varios países.

Para desentrañar cómo era la corporación hizo, según sus palabras, "un trabajo arduo, de intercambio, ya que muchos de los empleados de Cargill desconocían cómo era la corporación para la que trabajaban" y esto no es casual agrega, ya que "una visión general sería perturbadora y revelaría el poder de la corporación. La experiencia sugiere que es mejor permanecer invisible".

Las empresas que operan más allá de los límites nacionales a finales de los años `50, se llamaron "multinacionales", un término que implicaba estar compuestas o representar los intereses de muchas naciones. Nestlé, Unilever, Cargill y Mitsubishi, por ejemplo, no representan ni están compuestas por muchas naciones, ya que mientras las corporaciones colectivas eran incorporadas bajo las leyes de alguna tierra por conveniencia o tradición, en la actualidad éstas no le deben lealtad a ningún Estado o nación.

"No funcionan a favor de los intereses de ningún país en particular porque deben servir precisamente a los intereses de la corporación misma y de sus dueños primero. Viven en todas partes y en ninguna parte en un mundo de mercados. Cargill no es el problema, sino la expresión más inteligente y poderosa del plan alimentario corporativo. Si desapareciera Cargill, tendríamos los mismos problemas".

Para Brewster el comercio de Cargill no se trata de comida, de nutrición, ni de justicia, ya que no se concentra en la distribución, sino en el crecimiento del capitalismo global. A la par del aumento de la variedad de productos alimenticios, crecieron las variedades y cantidades de ingredientes de Cargill que están contenidos en ellos, o sea, una inmensa parte del sistema alimentario mundial. De esta manera Cargill está haciendo actualmente con la soja lo que ya hizo con el maíz: romperlo en varios ingredientes para que esté en todos los alimentos.

Brewster propone no sólo un cambio del modelo de negocio, sino una revolución cultural. "El proceso global en que Cargill está comprometido puede describirse como la recreación del feudalismo". Así, saca a las personas de su tierra por medio de "actos de encierro", obligándolos a convertirse en trabajadores a sueldo y en compradores de lo que antes se autoabastecían.

La ideología de las corporaciones actuales (y de gran parte de los consumidores) sostiene que la corporación es la fuente de sabiduría y es el organismo más competente para planificar la producción global y la distribución de acuerdo con las reglas del mercado. Y Cargill se auto postula como el agente más competente para ayudar al desarrollo de los empobrecidos del mundo. Al mismo tiempo, estas compañías que alimentan la olla pública, con sus bocas llenas desacreditan la deuda pública y el bienestar social. "Esto sugiere que su éxito comercial tiene más que ver con conseguir subsidios públicos, que con su perspicacia comercial".

Cargill fabrica y comercializa fertilizantes, semillas propias y de terceros, coco, chocolate, hace grandes inversiones en soja y carne en Argentina y en Brasil. Está implicada en los servicios financieros. Mediante la "ecoseguridad" hace negocios con los "bonos de carbono", para compensar la contaminación producida por Estados Unidos. Cargill no tiene compromiso ideológico. Mientras haya mercado producirá transgénicos u orgánicos.

- Con este sistema no habrá alimentos para la mayoría de nosotros -
dice Brewster - Nos tildan de utópicos, pero lo utópico es pensar que corporaciones como Cargill solucionarán el problema del hambre en el mundo".

Kneen
estudió economía y teología en Estados Unidos y el Reino Unido, produjo programas de temas públicos para Radio CBC de Canadá y trabajó como consultor de iglesias en cuestiones de justicia social y económica. En 1980 con su esposa Cathleen comenzaron a publicar un periódico de análisis de sistemas alimentarios, "The Ram`s Horn".

FERNANDO GLENZA
Extractado de un artículo aparecido en Grano de Arena
Colaboración I. Sosa