Click para ir al número anterior

ANTERIOR

EL CUENTOMETRO DE MORT CINDER

SIGUIENTE

Click para ir al número siguiente

1201 • DEVUELVE LA PLATA, HIJO

 

Viernes, 21 de octubre de 2005

Al índice

Click para ir al índice

 

Mi madre me llama a Barcelona y me dice: Hijo, por Dios, ¿se puede saber en qué lío te has metido?
Le digo: No, mamá, no me he metido en ningún lío, he ganado un premio.
Me dice: No me mientas, mi amor.
Le digo: Te juro, mamá, he ganado un premio.
Me dice: No es lo que he leído en el periódico, Jaimín.
Le pregunto: ¿Qué has leído, mamá?
Me dice: Acá en Lima ha salido en todos los periódicos que has hecho algo muy feo en España y que hay unos señores escritores que dicen que has escrito unas cosas horribles sobre un subterráneo o algo así y que están muy molestos contigo.
Le digo: No, mamá, no es así, es sólo la opinión de un escritor...
Me interrumpe: Amor, tú sabes que te conozco más que nadie en todo el mundo, a tu mami no le puedes mentir. Yo sé que has hecho algo malo. Es mejor que lo reconozcas con humildad cristiana y que pidas perdón y que devuelvas lo que te has robado.
Le digo: No he robado nada, mamá, no tengo que devolver nada.
Me dice: Bueno, tú sabrás, haz un examen de conciencia y pregúntale a Nuestro Señor si debes devolver esa plata que te han dado. Porque acá los diarios dicen que hay unos señores muy importantes en España que están reclamando que devuelvas esa plata, amor.
Le digo: No, mamá, nadie me pide que devuelva la plata.
Me dice: No es lo que he leído en el periódico, amor. Acá te paso con tu papá.
Mi padre toma el teléfono y me dice: Hijo, por favor, devuelve el premio, hazlo por la familia.
Le digo: ¿Por qué me dices eso, papá?
Me dice: Hijo, no puedes seguir haciendo escándalos por el mundo. La familia acá en Lima sufre mucho por tu culpa. Tienes que devolver esa plata. Todo el jurado está diciendo que no la mereces. Ten un poco de dignidad y devuélvela, hombre.
Le digo: No es todo el jurado, papá. Es sólo un miembro del jurado.
Me dice: No, hijo. Yo vi las noticias en Televisión Española. Había una señora mayor que también decía que no merecías ese premio.
Le digo: Bueno, sí, eran dos miembros del jurado.
Me dice: Hijo, la reputación de la familia está primero. Si has hecho trampa, reconócelo y devuelve los 180 mil dólares.
Le digo: No he hecho trampa, papá.
Me dice: No es lo que dicen los periódicos, Jaime. Acá ha salido clarito que tu novela es una reverenda cagada y que hay un tremendo escándalo en España porque todos los escritores están reclamando que te boten del país.
Le digo: No es así, papá. Están exagerando.
Me dice: ¿Quieres que te pase por fax las cosas que he recortado en los periódicos acá en Lima? Dame el fax del hotel y te mando los recortes.
Le digo: Papá, no he hecho nada malo, he escrito una novela y he postulado a un premio y he quedado segundo.
Me dice: Sí, pero el jurado no está de acuerdo.
Le digo: Pero el jurado me ha dado el segundo puesto.
Me dice: No, hijo, no mientas, el jurado no te ha dado nada, lo que te han dado en todo caso es una tremenda regañada.
Le digo: Bueno, sí, más que un premio, pareció una amonestación.
Me dice: Yo te aconsejo que devuelvas la plata y que pidas disculpas y que dejes de escribir esos libros tan jodidos que andas escribiendo. Hazme caso. Yo soy tu viejo. Y más sabe el diablo por viejo que por diablo.
Le digo: Gracias, papá.
Me dice: De nada, hijo. Y mándale saludos de mi parte a ese señor Massé. Dile que me cae muy bien y que estoy totalmente de acuerdo con él.
Le digo: Es Marsé, papá. Juan Marsé.
Me dice: Sí, pues, de Massé te estoy hablando. Dale un abrazo de mi parte. Me cae bien ese tipo. Me parece un tipo de primera, muy moral. Dile que cuando vaya a Barcelona quiero invitarlo a cenar. Seguro que podemos ser buenos amigos. Acá te paso con tu mamá.
Mi madre me dice: Hijo, cuéntame, ¿cómo es eso que un ángel te cambió la vida?
Le digo: Bueno, es como un ángel, en realidad es una empleada doméstica.
Me dice: Pero ¿de verdad se te apareció un ángel, amor? Porque no sabes cuánto rezo para que se te aparezca el Espíritu Santo y te ilumine el camino.
Le digo: Bueno, sí, se me apareció un ángel, por eso escribí la novela.
Me dice: Ay, Jaimín, qué ganas de leerla, por fin escribes una novela sobre lo sobrenatural, debe ser un milagro que ha hecho San Josemaría, no sabes cuánto le rezo por ti.
Le digo: Gracias, mamá.
Me dice: Pero devuelve la plata, amor. Dale gracias al Espíritu Santo por mandarte un ángel y devuelve esa plata cochina que no te mereces.
Le digo: Ya, mamá. No te preocupes.
Me dice: Y si se te aparece otro ángel, dile que te lleve por el camino de San Josemaría, por el camino de la santificación de la vida cotidiana.
Le digo: Ya, mamá.
Cuelgo.
Me llama la madre de mis hijas y dice: Jaime, no sabes, me has armado un escándalo en la casa.
Le digo: ¿Por qué?
Me dice: Porque todas las empleadas están furiosas. Quieren renunciar.
Le digo: ¿Por qué?
Me dice: Porque dicen que no es justo que le escribas un libro a Meche y que no saques nada de ellas. Están celosísimas. La tratan pésimo a Meche.
Le digo: No puede ser, qué barbaridad.
Me dice: Pero cómo no se te ocurrió pensar en eso.
Le digo: Lo siento, soy un tonto.
Me dice: Vas a tener que escribir otra novela hablando de Gladys, de Haydé, de Gisela y de Rocío.
Le digo: Te prometo.
Me dice: Acá te pasó con Meche.
La señora Mercedes, que cuida a mis hijas, toma el teléfono y me dice: Joven.
Le digo: Hola, Mechita.
Me dice: Bien molesta estoy con usted, joven.
Le digo: ¿Por qué, Mechita?
Me dice: Porque anda diciendo que soy una bruta, pues.
Le digo: No, Mechi, no he dicho eso.
Me dice: Acá ha salido en el periódico, joven, que usted anda diciendo que soy bien burra, que no sé leer. ¿Por qué tiene que andar diciendo esas cosas, joven?
Le digo: Pero las digo con cariño, Mechita. Te juro que quedas bien en la novela.
Me dice: Siempre dice lo mismo, joven. Y después pura encamada nomás hay en sus libros.
Me río.
Me dice: ¿Me ha encamado en su libro, joven?
Le digo: Nada de cama, Meche. Te juro.
Me dice: Pero no diga que no sé leer, pues, joven. Yo algo sí sé leer. No me deje como bruta.
Le digo: Mil disculpas, Mechi. No sabía. Pensé que no sabías leer.
Me dice: Otra cosa, joven. No ande diciendo que mi viejita me vendió. A la que vendieron fue a la Gladys, que está furiosa con usted.
Le digo: Pero tú me dijiste que te vendieron, Mechi.
Me dice: No, joven, a mí no me vendieron, fue a la Gladys.
Le digo: Lo siento, Mechi. Soy un tonto.
Me dice: Acá le paso con sus gatitas, que lo quieren saludar.
Le digo: Gracias, Mechita.
Mi hija toma el teléfono y me dice: Papi, ¿cuánta plata has ganado?
Le digo el monto del premio.
Me dice: Bueno, apunta, estos son los regalos que me vas a traer.

JAYME BAYLY
Diario El Mundo - Madrid